-Cuando
Buenos Aires es una montaña de libros-
Miguel Carini
La cara de un enamorado de los libros y de
leer apasionada, febril y locamente se transforma en sorpresa-alegría-locura,
cuando alguien así entra a cualquier hora, domingo a las 9 de la mañana, día de
semana a las 12 de la noche, en una de las librerías de la Calle Corrientes, en
Buenos Aires.
Tal era la cara de Jorge Riet en aquella mañana inolvidable de
agosto, mirando, leyendo las contratapas de los libros, preguntando, comprando.
No le alcanzaban las manos para llevarse los títulos que devoraría en su
Andalucía.
Yo revolviendo en las mesas donde los títulos
se apilan, encontré estos “Apuntes para
un libro de memorias que jamás
escribiré-, tal como lo profetizara el gran bahiano en la página del
título. Editorial Losada-Buenos Aires, Alianza Editorial-Madrid, publican esta
maravilla, con la traducción excelente de Basilio Losada. Es esta una selección
de los “fragmentos” del libro original que sobrepasa las 600 páginas, Estos fragmentos son referencias a la vida
del escritor, realizados desde la humanidad que caracteriza su obra novelística,
teñidos de humor, nostalgia, valentía y picardía.
Al escribir esto me doy cuenta que cada vez
que voy a Buenos Aires, compro algún libro de Jorge Amado, que luego nutre mi
alma. Es imperdible, lo abro en cualquier página, 29, y aparece, (Pekín-1987-singularidad) donde le entregan Doña Flor y sus dos maridos en chino. Hojea el volumen, recuerda
las escenas de amor, el té rosa y la pimienta malagueta. Amado pregunta
-¿Y
cómo has traducido las granujadas de Vadinho?
-Al pie
de la letra, responde el traductor.
En este fragmento, en un bucle
narrativo aparecen Ho-Ping y Emi Siao, éste uno de los poetas chinos, amigo
íntimo de Maiakoski. Con la espiralada manera de contar, en el
mismo texto, Ting-li lee Doña Flor en
el jardín de la casa de los Amado. Ante la pregunta de qué le parece las
traducciones, lo piensa y dice:
-Las dos son buenas. Me han gustado las dos.
En inglés la historia es más picante, en chino es más romántica. Para que te
hagas una idea de la singularidad de cada una, en chino, doña Flor atrae a
Vadinho con el corazón, en inglés lo hace con lo que oculta bajo las bragas. Noticias sobre sus hijos, discursos en
Brasilia, en el Palacio Planalto, en el Palacio del Consejo de Estado, Sofía,
en Bulgaria, encuentro con Picasso en
París, con Jean-Paul Sastre, la solidaridad con Neruda. Sus escritos como
funcionario público, su viaje de bodas, su amor por Zélia, Montevideo, Buenos
Aires, Río, árboles de toronjas, de limas, guayabos, mangos, la desbordante
flora-fauna y gastronomía bahiana sus libros, su pensamiento. Cortázar, el
Pelourinho, los mulatos, Carybé, la foto de Korda, Miterrand, las páginas que
ha creado y el soplo de la vida del pueblo brasileño. Su orgullo.
Milán y el Conde Valentino Bompiani, el Niño
Jesús de Praga, los restaurantes de París, el fado de Amália, el de Carlos do
Carmo, la voz de GilbertoGil, Teresa Batista, el sertáo, el Mar Negro, el
futbol, Tropicalia, Harry Belafonte y la sorpresa ante lo que vio y aprendió en
Brasil la bailarina Catherine Dunhan. El Congreso de Intelectuales por la Paz que
se celebrará en Wroclaw, Polonia, la decisión de Picasso por concurrir y hablar
allí. La ceremonia de inauguración del monumento a Lorca en Sao Paulo, Aimé
Césaire, la negritud, Ruanda, Roma, Moravia, los escritores florentinos.
Tengo este libro subrayado, con citas,
círculos que envuelven escenas que me han conmovido, usé lápices de todos
colores, porque anotaba con los que
tenía a mano. Leo la segunda mitad del siglo XX, desde la
mirada, el recuerdo de un escritor mágico, que nos entrega lo que hay detrás de
cada suceso. No sé todas las veces que los leí, porque vuelvo a él
inconstantemente.
Jorge Riet se sonreía en su búsqueda
insaciable de autores y títulos. Desde aquellas fotos que están en la pared
superior de la librería, nos sonríen Amorim, Alberti, Saramago.
Es domingo por la mañana en Buenos Aires. La
ciudad se despereza.
Me voy con mi amigo a desayunar. Café con
leche y medialunas. A él le hago probar el fresco y batata.
Le gustó, creo …