Editorial Scribner. 2010. Págs. 468
Jorge Riet
Todos sabemos que en los comics se
ocultan a menudo mensajes subliminales bastante impresentables que gozan de la
indulgencia de la gran capacidad seductora de su formato. Bromas,
chascarrillos, imágenes y retratos que en otro soporte gráfico resultarían
intolerables, son endulzadas por los ligeros trazos y generosidad
cromática de esos libros ilustrados que
nos llaman a lo largo de los años, aunque la juventud pueda ser cosa de un
pasado más o menos lejano. Me refiero por ejemplo a los ridículos personajes
que en los libros del afamado Lucky Luke representan a las prohibicionistas del
alcohol o incluso a las sufragistas. Esos personajes siempre representados por
mujeres viejas, feas, puritanas y malhumoradas.
Este magnífico libro, Last Call,
contrasta radicalmente con esa distorsionada visión, también reproducida con
frecuencia en el cine, describiendo el extraordinario fenómeno histórico que se
derivó de la llamada coloquialmente “Ley Seca”. Un movimiento social y popular
que posibilitó el salto más extraordinario de todos los tiempos en lo que se
refiere a libertades civiles y derechos de las mujeres y los niños. Pero
situémonos al principio de esta historia. Estamos en los albores del siglo XX
en los Estados Unidos de América, en un ambiente corrompido por empresarios sin
escrúpulos que suministran cataratas de alcohol adulterado, a las masas de
trabajadoras que desfilan sumisas entre las tabernas y las fábricas que se
reparten por las grandes ciudades. Se estima que millones de aquellos
trabajadores ahogaban sus frustraciones en alcohol de pésima calidad. En el
siglo XIX y principios del XX cada adulto varón consumía una media de 90
botellas de alcohol al año, lo que da vértigo si se eliminan de esa estadística
los abstemios y los enfermos. Un hábito que conllevaba miseria, desempleo, violencia
doméstica, abandono del hogar, violaciones, robos, agresiones callejeras, menor
renta familiar disponible para el consumo de bienes esenciales, incorporación
prematura de niños de corta edad al mercado laboral, absentismo en el trabajo,
enfermedades crónicas, y un largo etcétera de tragedias cotidianas de pavoroso
recuerdo.
En esta fantástica obra, Okrent
describe el increíble movimiento político que se desarrolló en torno a la
exigencia de la prohibición de esa masiva y popular lacra social, articulado
inicialmente sobre una política fiscal que gravase el consumo, pero después
evolucionado hacia reivindicaciones como la escolarización infantil obligatoria
y la prohibición del trabajo de menores, la alfabetización de la población, el
sufragio universal, derechos para las mujeres como el divorcio o la propiedad,
la regulación legal del aborto, la sanidad universal gratuita, la persecución
de la violencia machista o la protección a los menores. Dado que los hombres
estaban muy ocupados empinando el codo, las mujeres se sintieron comprometidas
con la construcción de una democracia justa, reformista y de progreso, que
amparase a la mayoría de la población, a las minorías, a los más vulnerables y
a los excluidos, a costa de la codicia sin límites de aquellos más preocupados
por hacer caja que por la vida que les rodeaba. Una obra que exige su
publicación urgente en castellano, porque explica con una brillantez extraordinaria
el origen de muchos de los derechos y libertades que hoy en gran medida damos
por supuesto, pero que nacieron y se alcanzaron gracias a una lucha formidable,
que en los comics y películas todavía hoy se ridiculizan. Algo penoso sobre lo
que conviene lamentarse y curarse, y para eso nada mejor que leer este libro
para ser plenamente consciente de la cutrez mental de esas infantiles
caricaturas.
Altamente recomdable
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