Editorial Capitán Swing. 2014. Págs.
213.
Jorge Riet
Es difícil imaginar las vidas e ideas
de personajes que nos acompañan toda la vida en las pantallas del cine y la
televisión, más allá de los típicos chispazos mediáticos de breves y a menudo
insustanciales entrevistas periodísticas. Por eso este tipo de libros son
necesarios cuando el personaje lo merece. Este libro del carismático actor Kirk
Douglas, a pesar de ser autobiográfico, es creíble, es serio, y al mismo tiempo
es interesante. Con la excusa de los avatares de la financiación, producción y
rodaje de la mítica película Espartaco, Douglas nos introduce en una época
compleja de la historia de los Estados Unidos, en la que una mayoría de
intelectuales fueron perseguidos por la paranoia anticomunista del
macarthismo. Es este un relato personal
de un tipo fundamentalmente honesto, ético y valiente, que se comprometió y se
la jugó con amigos y colaboradores perseguidos por sus ideas. Este libro es la
crónica contada por su principal protagonista de como se hizo la película
Espartaco, y con ella de los vaivenes de personajes colmados y atormentados de
ego, como Sir Laurence Olivier, Peter Ustinov, Charles Laughton, Tony Curtís,
Jean Simmons, Anthony Mann, Dalton Trumbo o Stanley Kubrik. Pero también es la
historia de otra historia.
Kirk Douglas afirma en su propia
introducción a su libro, que esta película se hizo en una época de profunda
división de su país por la paranoia del enemigo comunista. Pero Douglas también
traza un paralelismo con la época actual, cuando afirmó en esta misma
introducción que "los nombres cambian, pero el miedo permanece".
"Hoy día todavía hay quien sigue tratando de justificar las listas negras.
Dicen que eran necesarias para proteger a Estados Unidos. Dicen que las únicas
personas que resultaron perjudicadas fueron nuestros enemigos. Mienten.
Hombres, mujeres y niños inocentes vieron arruinada su vida debido a esta
catástrofe nacional. Lo sé. Estuve allí. Vi como sucedía. Ahora les hablaré de
ello. Y de Espartaco, la película que hicimos en medio de toda aquella
locura". Con respecto a aquella funesta caza de brujas, en la que muchos
mintieron para salvar el pellejo a costa de acusar injustamente a inocentes,
Orson Welles escribió que "lo malo de la izquierda americana es que
traicionó para salvar sus piscinas. Somos pocos quienes no hemos traicionado
nuestra postura, los que no hemos dado nombres de otras personas". Douglas
pensó en Espartaco como un símbolo. De hecho cincuenta años después de hacer la
película pensaba que "un espíritu revolucionario recorre el planeta. ¿Es
contagioso? Nos sorprende ver en ciudades estadounidenses a multitudes sin
dirigente alguno concentradas, expresándose al unísono y poniendo en cuestión
una estructura de poder que parece inexpugnable. Eso es lo que hizo Espartaco.
Y decenas de millares de hombres unieron su voz a la suya. Juntos, todos eran
Espartaco.
Como nos recuerda el actor George
Clooney en su prólogo, este libro es el recuerdo y pensamiento de un
extraordinario personaje, de esa "estrella de cine, actor, productor,
pero, en primer lugar y por encima de todo, un hombre de una naturaleza
extraordinaria. Esa naturaleza que se forja cuando hay mucho en juego. Esa
naturaleza que siempre buscamos en los momentos más difíciles."
Un libro absolutamente recomendable
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